Lugares de ningun lugar

Sinopsis

Para el europeo, durante siglos, el estrecho de Gibraltar antes llamado las Columnas de Hércules fue el límite occidental de toda tierra conocida. Ésta, que comprendía Europa, África del Norte y parte de Oriente, no brindaba al hombre del pasado suficiente espacio para su avidez de fantasía.

Comarcas extremas como Thule, tan brumosa y tan última, o las siberianas tierras bárbaras de Escitia, no admiten dudas o descreimientos. Existen por la intensidad de la certidumbre fantástica que, a la hora de templar el espíritu, es tan eficaz como la convicción histórica. La belleza verde de Hyperbórea y la certeza de que Odín sigue habitando la fabulosa Asgard persisten, seguramente, en el subconsciente escandinavo. La Atlántida que menciona Platón en sus Diálogos, tejió tal retahíla de hipótesis sobre su existencia, que aún se la sigue buscando. Y como ellas, tantas otras.

La primera parte de este libro describe estos lugares míticos y legendarios, de los cuales no nos atrevemos a decir que sean imaginarios. Pero sí incluimos como tales a las utopías (segunda parte de este volumen), toda vez que ellas nacieron del ingenio creativo del hombre de letras. Las tierras utópicas plantean los sueños y esperanzas de filósofos y literatos.

En otro plano se sitúan las llamadas distopías, o utopías negativas, impulsadas con fuerza a partir del siglo XX. Ejemplos de esta corriente son 1984, de George Orwell, y Un mundo feliz, de Aldous Huxley.

Por supuesto, en la elección de los sitios utópicos e imaginarios que pueblan Lugares de ningún lugar primó el criterio del autor, quien favoreció aquellos sitios más expresivos en su cara fantástica. Pero muchos más permanecen potenciales en nuestra mente, a la espera de terrenos propicios para su establecimiento. En cada uno de nosotros descansa un lugar en el que la vida no es pesar, sino verdad y justicia, sosiego y regocijo, música e hidromiel.